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Marat asesinado

Primer capítulo

textoalternativoLa gira por España le estaba matando de cansancio. Cuarenta y ocho conciertos en cincuenta y cinco días era demasiado para su cuerpo de 19 años y para su voz poco acostumbrada a esos trotes, pero no podía salir del negocio ahora. Tenía que aprovecharlo todo: firmas de discos, atender a las fan-áticas, apariciones en los corrillos fucsias, cumplir los compromisos publicitarios con las marcas de ropa que le obligaban a salir con esa víbora... Quizá la oportunidad sólo se le iba a presentar aquella vez. A lo mejor el próximo año estaría tan olvidado como sus colegas Juan, Alejandro o Verónica.

Otra noche más, como de costumbre, llenó la bañera con mucha espuma y jabón de romero después de un concierto agotador ante dos mil quinceañeras, cogió la pluma y el tintero y puso algunas velas en el baño para sentirse más romántico y que las letras fluyesen como el agua por aquel grifo de un hotel de Valladolid.
-¡Knock, Knock!
El servicio de habitaciones había sido más rápido de lo habitual, pero sería una buena idea cenar en la bañera mientras componía.-Adelante, la puerta está abierta...

Janire Morales.

Pero nadie abrió la puerta.
-¡Knock,Knock!
-Entra, la puerta está abierta.
Nada, nadie abrió la puerta. Marat, malhumorado, salió de la bañera, se puso el albornoz y acudió a la puerta.
- ¡Knock,Knock!
Volvió a sonar justo cuando estaba a punto de abrir. Marat abrió la puerta bruscamente, pero no había nadie al otro lado. En el suelo, una bandeja con la cena. Marat miró desconcertado a ambos lados del pasillo, recogió la cena y la introdujo en su habitación. Una elegante y ovalada encimera tapaba el primer plato. La curiosidad le venció, y antes de llegar al cuarto de baño, no pudo evitar abrirla para ver su interior...

Antonia.

Y en el interior había una hamburguesa de McDonald's.
-¡Caracoles, pero si yo había pedido de Burger King! Me pienso quejar al responsable de este atentado contra la libertad de los pueblos y contra la Constitución.
Marat salió enfadado al pasillo, olvidando que sólo le cubría su albornoz y que iba descalzo. Dejó un reguero de agua hasta el ascensor, y cuando iba a apretar el pulsador, le dio la corriente y cayó desmayado en medio del pasillo. Cuando se despertó, no estaba en el pasillo, sino en otra estancia...

Marco.

Estaba de nuevo en la bañera: se había quedado dormido. La espuma había desaparecido y la pluma que había cogido con la intención de componer flotaba en el agua. Como si el tiempo hubiese vuelto atrás, de nuevo llamaron a la puerta.
-¡Knock, Knock!
Dudó por un momento, pero volvió a repetir las frase que pensaba que ya había dicho.
En cuanto había abierto la puerta respiró tranquilo. Por la puerta entreabierta del cuarto de baño vio que el carrito del servicio de habitaciones entraba lentamente.
-Pase hasta el baño. Quiero cenar aquí.
En ese momento, Marat quiso que lo que estaba ocurriendo fuese otro sueño...

Antonia soy yo.

La puerta se abrió por los golpes y la mujer de la limpieza vio a Marat asesinado. Asustada, pero emocionada por haber conseguido verle, comenzó a sacarle fotos poniéndole de diferentes posturas y manipulando el cadáver sin darse cuenta de la gravedad del asunto. El director del hotel vallisoletano acudió para entregarle unos documento que le habían enviado y descubrió a la limpiadora con su pluma en la mano. Llamó a la policía y ésta la detuvo. Desde ese día pasó a la historia. En la cárcel la llaman la asesina de Marat.

Sandra Remón.